RESEÑA | 'Te daría el mundo' de Jandy Nelson

Te daría el mundo
de Jandy Nelson

Autoconclusivo ~ Alfaguara
Tapa blanda con solapas ~ 413 págs.
9788420418605 ~ 16, 95€
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Noah y su hermana gemela Jude son inseparables. El solitario Noah dibuja sin parar, y se ha enamorado en secreto de su enigmático vecino. La atrevida Jude salta desde acantilados, lleva pintalabios rojo y habla por los codos. 

Pero, con 16 años, los hermanos ya no se hablan. Algo les ha ocurrido. Algo ha pasado entre ellos que los ha removido de forma diferente... Hasta que Jude conoce a un chico guapo, frágil y arrogante... y a alguien más, una nueva fuerza en su vida todavía más impredecible y ligada a su pasado de forma inevitable.

Los primeros años de esta historia los cuenta Noah; los últimos, Jude. Lo que ninguno comprende es que solo conocen la mitad de la historia y que, si pudieran compartirla, tendrían una oportunidad real de regalarse el mundo de nuevo.

Con la colaboración de la editorial Alfaguara

   ¿Sabéis lo que quiero? Quiero coger a mi hermano de la mano y echar a correr atrás en el tiempo, dejando que el aire nos arranque los años como un abrigo que se suelta despreocupadamente.
   Las cosas nunca salen como uno espera.

Estaba como loca por leer este libro porque hace ya varios años leí otra novela de Jandy Nelson, El cielo está en cualquier lugar, y me pareció absolutamente maravillosa. Triste, melancólico, esperanzador y con una relación fraternal muy bonita, tenía muchas esperanzas puestas en esta nueva obra y las ha cumplido al cien por cien.

Desde la primera página sentí una conexión instantánea con esta novela principalmente por la forma tan mágica y especial que tienen de ver el mundo los dos protagonistas. Te daría el mundo es la historia de Noah y Jude, dos hermanos gemelos que siempre han estado super unidos pero que, debido a un trágico suceso que sacude sus vidas por completo, cambiarán drásticamente y tomarán caminos totalmente opuestos. No os podéis hacer una idea de lo muchísimo que me han encantado estos dos hermanos, ambos son muy diferentes pero comparten un vínculo tan único y especial que sufrí mucho durante la lectura por cómo la falta de comunicación entre ellos socavaba su relación. La verdad es que una de las cosas que más me gustan de las historias de Jandy Nelson es esa visión tan preciosa que nos da de la relación entre hermanos, mostrándonos los momentos buenos pero también los malos de una forma tan realista que es imposible que si tienes hermanos no te sientas identificado con los personajes.

La novela está narrada a dos tiempos y, también, a dos voces, alternándolos ambos durante todo el libro. Noah se encargará de la parte del pasado -cuando tenían catorce años-, de contarnos como era la relación con su hermana hace dos años y qué fue lo que pasó para que esta cambiara. Y Jude nos narrará el presente, nos mostrará cómo han cambiado ambos en estos dos años, cómo intentan seguir adelante sin tenerse el uno al otro. Se irán alternando la narración y estaremos continuamente cambiando de espacio y tiempo para ir poco a poco desentrañando la historia y el misterio de qué fue lo que les separó. Además, con esto también podremos apreciar mejor el cambio que han ido experimentando los hermanos en esos dos años, con el contraste entre el Noah del pasado que nos da una versión más luminosa de ambos y la versión más triste y afligida que nos da Jude en el presente después del trágico día que los cambió.

   Quiero sacar de la mochila la sudadera y el gorro de invisibilidad para cubrirme con ellos. Pero no lo hago. Quiero creer que la cinta roja que llevo atada a la muñeca me protegerá por siempre. Pero no lo creo. Quiero jugar a ¿Cómo preferirías morir? en lugar de averiguar cómo vivir. Pero no me lo puedo permitir. Se acabó eso de ser una cobarde. Estoy harta de vivir en pausa, de enterrarme y esconderme, de vivir petrificada en ambos sentidos de la palabra.
   No quiero imaginar prados, sino correr por ellos.

Noah y Jude son absolutamente geniales, aunque debo reconocer que disfruté muchísimo más con las partes de Noah porque es super divertido y me reí un montón con sus expresiones y peculiaridades. Como dije al principio, ambos tienen una forma de ver el mundo muy particular y eso se traslada a la narración que me pareció muy original, con todos esos pequeños detalles que diferenciaban cuando narraba cada uno de los hermanos. Ambos tienen sus propias pasiones -la de Noah es la pintura y la de Jude su obsesión con todo lo místico- y Jandy Nelson se las ingenia para hacer de ellas una parte más de la narración, otorgándole a los personajes unas voces únicas y muy fuertes. Nos encontramos también con dos relaciones amorosas que me parecieron muy cuquis y adorables, ambas se desarrollan de forma muy natural y nos depararán momentos preciosos. Te daría el mundo, además, es un libro que trata numerosos temas como la homosexualidad, la muerte o el sentimiento de culpa, pero todo ello tratado de una forma muy distendida y con mucho humor.

La novela me mantuvo intrigada hasta el final porque no es hasta los últimos capítulos que descubrimos la versión completa y el porqué de que cada uno de ellos haya cambiado tanto. Noah y Jude vivieron ese suceso de forma diferente y han mantenido en secreto aspectos de él que podrían haber ayudado a su hermano a sobrellevar la carga. La única pega que le pondría es que me faltaron páginas al final, eché en falta un epílogo porque hay ciertas cosas que sentí algo precipitadas. Por último, me gustaría hacer mención especial al título: a simple vista puede parecer que Te daría el mundo no tiene mucho que ver con la novela pero según vayamos leyendo nos daremos cuenta que no podría haberse elegido mejor y que, como todo en este libro, es un pequeño guiño a la relación de Jude y Noah.

En definitiva, Te daría el mundo es una novela maravillosa: esperanzadora, emotiva, divertida y muy realista. Un libro que nos habla de la pérdida y del sentimiento de culpa, con unos personajes absolutamente geniales que nos conducirán por la historia de una forma tan única y especial que no querrás que el  libro se acabe nunca.